LO QUE HE APRENDIDO DEL ESFUERZO
E
n estos días he
tenido la oportunidad de escuchar, ver y hablar en varias ocasiones sobre el
valor del esfuerzo, han sido muchas las
ocasiones que me he visto este término y no solo de manera teórica sino
también práctica, lo primero que me pasó fue
que se me dio la oportunidad de hablar en el grupo de oración al que
pertenezco, sobre el servicio, me gustó mucho ese tema y lo mejor fue ver el
servicio desde el punto de vista de Jesús utilizando la lectura donde menciona
el lavatorio de los pies , luego me invitaron a dar un tema en otro grupo de
oración, al que para ser sincera me iba
a negar, pero recordé lo que había dicho
sobre el servicio y pues, simplemente no podía decir algo y hacer otra cosa totalmente
opuesta, si no lo hacía no era porque no estuviera capacitada o disponible sino
simplemente porque NO, hasta que lo
pensé mejor durante la eucaristía, y el primer pensamiento que me salto a la
cabeza fue la parábola del sembrador, ¿ Cómo es mi corazón?, ¿qué tipo de
tierra tengo fértil, árida, seca?, esas fueron preguntas que me surgieron al
momento en el que leía esa parábola y preparaba el tema, y en los siguientes
días, las tenía dando vueltas en mi mente, tengo una tierra (corazón) lista
para que la semilla (palabra) dé frutos abundantes, y como Dios no se conforma
con poco, escuchó a alguien muy cercano hablar del valor del esfuerzo, algo que
para muchos de nosotros es relativo, porque tal vez yo entiendo que estoy
haciendo mi mayor esfuerzo, pero ¿es ese realmente mi mayor esfuerzo? y me refiero en todos los sentidos, Con mi familia, en mi noviazgo o
matrimonio, en mi escuela o universidad, en mi trabajo pero sobre todo en mi
comunidad, parroquia y en la iglesia a nivel general.
Esforzarse conlleva dar la milla extra, hasta
el último suspiro o aliento, darnos al máximo, y a veces ese pequeño esfuerzo hace que todo lo demás cambie
o mejore o hasta se transforme. Por tal razón siempre tendré presente que el esfuerzo
conlleva acción, moverme, no quedarme estática. Pero para que esto suceda,
nuestro corazón debe estar listo para recibir a Jesús y dar fruto. Debemos
tener la valentía de aceptar que necesitamos a Dios para seguir adelante y hacer lo que tenemos que hacer. Hasta ahora
yo pensando detenidamente concluyo que necesitamos más esfuerzo de todos los
que nos integramos en las parroquias, comunidades, grupos de oración, capillas,
porque Dios nos necesita a todos y esa debe ser nuestra razón número no para
esforzarnos.
Esforzarte te trae muchísima satisfacción y algo que aprendí, es que
el esfuerzo en la vida de un cristiano no puede ser una opción sino una
obligación.
DTB
Alex.
1 Comentarios
Excelente tu artículo Alex, te felicito...
ResponderEliminarOmar Peralta